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Manzanas que hicieron historia

Entre los derechos humanos, debe incluirse el derecho a recoger una manzana del árbol y comérsela, sin riesgo de ser desterrado del paraíso.

Corría el siglo XII, cuando una heroica manzana atrajo hacia su cuerpo una flecha, lanzada por el irresponsable Robin Hood, que en otro caso hubiera acabado con la vida de su hijo.

En el mismo pumar, unos siglos más tarde, un desconocido inventor, Newton (siglo XVIII), absorto en sus pensamientos, recibió el impacto de una manzana, que se dejó caer sobre su cabeza, ofendida al sentirse ignorada.

Ante la gravedad de la ofensa, pero sin perder la sonrisa se le ocurrió formular la ley de la gravedad. Lo que no se ha contado y que es tan cierto como la constante “g”, es que Isaac, se comió la manzana, que le inspiro en su brillante teoría.

Salvando las distancias, me pasó algo parecido, pero en forma de sueño.

Espontáneamente se abrió una manzana por la mitad. El orondo y saludable gusano que habitaba en su interior, me invito a recorrer los pasillos formados por anaqueles, llenos de tarros medicinales.

Con su voz de trovador, me dio la bienvenida a la que anunciaba como la más surtida botica, fruto de una perfecta fotosíntesis.

” Somos los sanadores de los cuerpos y por lo tanto generadores de espíritus felices.

En estos tarros, que ves se encuentra todo lo que te preservará de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, cáncer, ácido úrico y colesterol.

Y si fermentas el núcleo de mi amada morada, crearás la SIDRA, la bebida de celtas y druidas. Y en esta mágica transformación, mejorarás algunas de las cualidades del fruto y otras se mantendrán inalteradas. E incluso cuando se avinagra el fermentado, conseguirás otras nuevas virtudes, completando un amplio ciclo saludable”.

Este sueño no lo viví en tierras asturianas, ni gaelicas, ni normandas. Sino en el impactante e inabarcable Jardín del Edén que es Colombia.

Disfrutamos de su sabor y de su optima aptitud……………………………………

Conocedor de los secretos bioquímicos de la manzana, predijimos lo que finalmente resultó, como un fermentado único y sorprendente para los auténticos expertos en SIDRA, que así lo reconocieron.

Este es el relato de un proyecto apasionante en el que estamos enfrascados con las manzanas como aliadas.

En la transformación del sueño de una noche de verano,- ya con los pies en la tierra fértil-,en un cuadro económico con sus ingresos y utilidades, resultando una secuencia de números rentables de un proyecto agroindustrial que bien podría llamarse CELTAMERICA.

Fernando Meana Barahona.

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